jueves, 29 de marzo de 2012

Ainielle, en la torrentera del olvido

Desde que ayer leí una cita de La lluvia amarilla en el blog de ese tipo excelente que es Oscar Casado Díaz, se me han removido los menudillos. La vuelta -otra vez- al texto de Llamazares, aunque sea en marzo, cuando los primeros brotes rompen en los árboles de Ainielle, siempre me conmociona.

                  Yo también he seguido, en solitario, esa especie de liturgia del coqueteo con el abandono y la muerte, la trocha que te lleva por una torrentera hasta este montón de piedras con recuerdos huidos. Allí, donde ahora te reciben jabalíes, un día hubo vidas humanas cuarteadas por el frío, la soledad y el silencio amarillo...

Imprescindible "peregrinar" a Ainelle. Desde Oliván parte una senda a lo más esquivo de nuestra memoria.

3 comentarios:

  1. Imprescindible tal peregrinaje más de una vez en la vida, y si fuéramos acompañados por don Julio Llamazares, mejor que mejor.

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  2. En mi caso, querido tocayo, me llega mucho el tema porque lo he vivido en los pueblos de mis padres, Riahuelas y Castiltierra, en Segovia. Afortunadamente, se han recuperado, aunque sea como residencia de fines de semana.
    De todas formas, cuando quieras, nos montamos un viajecito a Ainielle.Seguro que encontramos compañía.

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  3. Me he leído ya la mitad, despacito. El pereginaje me hubiera gustado hace unos años pero ya es algo pasearse pisando hojas doradas y hablando de literatura y de recuerdos.

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