jueves, 21 de junio de 2012

Cirugía, fútbol y materias viscosas

           Podía ver mi propia operación reflejada en los focos del quirófano. El vidrio esmerilado del reflector situado sobre mi abdomen hacía de pantalla. Me encontraba sereno, como si observara, desde una camilla, la intervención de otro. Es lo que tiene la epidural, pensé, mientras oía a todos aquellos cuerpos embatados en verde, comentar el último partido de España en el Mundial.
          Así, pude ver con claridad como me recolocaban la hernia inguinal, afincando luego en mis tripas una malla protectora. También, y eso me extrañó más, como el cirujano extraía entre mis tripas un pedazo de materia viscosa, que creí identificar como mi alma. La observó un instante, sin interés. Luego, la depositó sobre la bandeja de los residuos. Pasaron a suturar, tarea concluída.
         -Menos mal que Iniesta siempre aparece –comentó alguien a quien no pude reconocer, estaba fuera de mi foco delator.
        -Menos mal –asintió el enfermero jefe.
         No me quedó más remedio que coincidir con su opinión. Los seres des-almados, contra lo que se cree a menudo, tendemos a ser mucho más condescendientes. En las cuestiones importantes, se entiende.

martes, 19 de junio de 2012

Perdone que lo atraque...

       Mi poema Para tener en regla el sentimiento, ha sido seleccionado como finalista en el Equisuve Certamen del C.C. Blas de Otero, de Sanse de los Reyes. 
         Dicen, los que entienden de esto, que el texto trata sobre un atracador sin pistola, con incipiente barriga y que, encima, pide perdón educadamente. Pero tampoco os fiéis mucho. Hay cada uno circulando por ahí...

                      perdone que lo atraque
antes que ese partido de la tele
le recuerde que el mundo está bien puesto,
regule el termostato del olvido,
gire usted por dos veces los cerrojos
de ese alma que está siempre blindada
y se vaya a dormir, tan satisfecho.
Así termina, creo.
El resto, lo cuelgo en la página de TANTOCUANTOLOGÍA

viernes, 15 de junio de 2012

Fields of Athenry, elogio de los vencidos

        Irlanda, eliminada de la Eurocopa. Su afición, campeona del mundo. En unos días, alguien -quizá Casillas- levantará el trofeo. Algun país -quizás España- se hinchará de patrioterismo futbolero. Eso es fácil, no tiene mérito. Lo meritorio, lo grandioso, lo que redime al deporte, son treinta mil tipos, con la vejiga a reventar de birra, cantando el estribillo de The fields of Athenry durante más de diez minutos, mientras su selección es vapuleada en ese césped polaco, de un verde más hiriente que los prados irlandeses.
     Michael, un joven acosado por la pobreza  durante la hambruna de la patata, es deportado a Australia por robar maíz. El burócrata tirano Trevelyan vela con celo por la dieta de los campesinos. El detenido, desde el muro de la prisión, recuerda sus campos de Athenry y habla a su chica de dignidad. La historia resulta  familiar, ¿no es cierto?  De completa actualidad.
        Esta conmovedora canción, compuesta por Pete St. John en el 70, es el himno folk oficioso de los equipos irlandeses, así como del Celtic escocés, fundado por emigrantes de la miseria vecina.
       Enlazo una página con detalles, la emotiva versión de Dubliners, y las letras original y traducida. También, otra con los minutos finales del partido (no hay que fijarse en el fútbol, sólo en los rostros) y el mucho más emotivo orfeón cervecero de los vencidos. Siempre fueron más interesantes que los vencedores.
http://innisfree1916.wordpress.com/2010/03/17/the-fields-of-athenry/
http://6cero.com/a/Jmartinez/2012/jun/the-field-of-athenry-gdansk/157252

Si me han de rescatar de esta pesadilla, que sean los irlandeses.

jueves, 14 de junio de 2012

La camisa de Mary Chapin

Esta camisa
puesta a secar en el vaivén del tiempo,
añorante de pieles y sudores,
esta camisa
tendida boca abajo, con las mangas
señalando al olvido,
                                 hoy la miro
ignorando que es acaso mi imagen
pinzada con dos sueños al futuro.


                 Versos que escribo al socaire  de This sirt, aventada por Mary Chapin Carpenter. Ahora que la cantante country resurge, entre cenizas y rosas, del dolor y la ausencia (su nuevo trabajo Ashes and roses está empezando a sonar), ahora me viene a la memoria esa camisa esquivando recuerdos en las hombreras del tiempo. Como cualquiera de las que pueblan nuestros armarios, vaya.
            Os dejo la camisa, y la voz de Mary Chapin:

martes, 12 de junio de 2012

Versos, vinos... Premio de poesía Luis Chamizo

           Hace unos días, recibí en Vilafranca del Penedés el primer premio de poesía Luis Chamizo. Fue en el curso de una cena donde se habló de poesía, se bebió blanco penedés, se leyó poesía, se bebió tinto penedés, se vivió poesía, se bebió cava penedés, se bebió poesía...
           Versos, vinos. El mérito es todo de las gentes del barrio de Les Clotes, de la Regidoria de Vilafranca, de Juan Manuel García y su familia. Los poetas nos limitamos a escribir poesía y beber vino. Cada uno hace lo que puede.
           El texto premiado, Te cae cerca, aletea sobre ese momento para empezar de nuevo. Lo cuelgo en la sección Tantocuantología.

jueves, 7 de junio de 2012

El surcador surcado


                                                                                                  A Amando Carabias

Se montó en la manecilla horaria
para surcar la vida.
                                Veintidós veces
al día, el celoso minutero
deslizaba una caricia en su costado,
tenues roces por donde arar el tiempo.



Versos que arrojo entre los renglones de su blog El surco de los días.

http://diarioamandocarabias.blogspot.com.es/2012/06/martes-5-de-junio-de-2012.html

miércoles, 6 de junio de 2012

Escaparate



           Le gustaba aquel local, justo frente al cruce sin semáforo. Dentro, al parecer, había una tintorería. Una vez al mes, más o menos, venían las almas a hacerse una limpieza en seco. Pero a él sólo se interesaba el escaparate. En su luna frontal, siempre reluciente, se reflejaban los rostros de los transeúntes, el caos de los coches, perfiles difusos salpicando un interior de prendas simuladas, sin vida, que ofrecían como reclamo comercial las rayas impolutas de sus pantalones.
          Enfrente, sobre la acera, había un banco de madera cuarteado de años  y vencido del peso de las vidas que ya no aguantaban más. Él se sentaba a media tarde, cuando los destellos del sol hacían cimbrearse como bailarinas a las torpes ancianas que se recogían para ver en casa los concursos de la tele. Desde el angular de su mirada sobre el vidrio del escaparate, la vida se iba deformando, alcanzando una desolada atmósfera de soledad y decadencia.
          Conocía todos los rostros que allí se reflejaban, encajando a veces en los trajes expuestos dentro, sobre la tarima de césped artificial. Todos, excepto áquel que una tarde cruzó indebidamente la calzada. Un Opel gris metalizado lo atropelló, lanzó su cuerpo bateado sobre el bordillo. Caído junto a una alcantarilla, el cuerpo inerte del aquel hombre le resultó vagamente familiar.
                    No comentó nada al volver a casa. Pero ese día no quiso comer. La visión del accidente le había quitado el apetito. Fingió un dolor de estómago. Su mujer, siempre alerta a sus fingimientos, se empeñó en llevarle a urgencias. Le diagnosticaron desgarros viscerales múltiples, hemorragias internas y diversas fracturas. Aunque el paciente no lo recordaba, era evidente que había sido arrollado por un automóvil. Murió antes de medianoche.
         Siempre tan cabezota, sentenció su hija mediana, a la vuelta del tanatorio. Quizás podamos demandar al hospital por negligencia, o al ayuntamiento por no señalizar el cruce debidamente, añadió su yerno, el picapleitos, en su papel de listo de la familia. La viuda arrastraba en silencio cincuenta y dos años de recuerdos sobre los zapatos planos. Pasaron primero frente al escaparate de la tintorería, sin mirarlo. Algo más abajo, en la misma acera, un opel gris metalizado los vió pasar desde un taller de chapa. No entiendo nada, decía el conductor a un mecánico escéptico, no recuerdo ningún golpe, y sin embargo, fíjese, esas abolladuras en la parte delantera, como si alguien se hubiera lanzado contra el capó… ¿A la tarde estará reparado? Perfecto… Tengo que venir luego a la tintorería de ahí arriba, ésa que tiene un escaparate tan reluciente…



martes, 5 de junio de 2012

BARTHELME, así lo recordamos

      ¿Es la guerra? ¿Pueden parar, que estoy llegando? No, no es Gila. Es Donald Barthelme, reclutado el mismo día que terminaba la contienda en Corea. No es lo más surrealista que le ocurrió a este visionario escritor de humor dadá. Etiquetas: Posmodernidad, vanguardia, fantasía, transgresión, delirio... Su vida pareció ser uno de sus cuentos... Niño rico, hijo de arquitecto vanguardista con quien se las tuvo tiesas, adolescente en una casa hiperracionalista que visitaban sus vecinos de Houston como espectáculo...
          Casado cuatro veces, batería de jazz, redactor publicitario, erudito profesor, director de museo de arte contemporáneo, autor de relatos, novelas, ensayos y... Premio Nacional de Literatura infantil????
        El alcohol (y cierto aburrimiento) lo llevaron a la tumba disfrazados de cáncer. Su muerte vino a coincidir con la de Carver, y hasta en esto pareció tener la sombra paterna oscureciéndolo. Carver era el presidente y Barthelme el vicepresidente de la República del Cuento Norteamericano, y así los recordamos, dijo de ellos la también cuentista Lorrie Moore, se supone que desde la oposición. 
          Leer sus relatos, sofisticados, cáusticos, subversivos, resulta altamente recomendable, sobre todo, vaso en mano. Levantamiento indio, En el museo Tólstoi, o Escenas de mi padre llorando, son algunos de los mejores. Enlazo el titulado La escuela. Que lo disfrutéis.

viernes, 1 de junio de 2012

Sombras premiadas por la calle de la Constancia

       Con un relato que bordea peligrosamente el abismo de lo autobiográfico, he recibido el miércoles el segundo premio del VII Certamen Jose Luis Gallego, de Aluche. En Sombras por la calle C. personajes larvados en mi memoria se insertan en la ficción transitando por esta calle del barrio de Prosperidad, donde nací.
      Recipientes de la primera oleada de inmigración rural de la posguerra, estas calles (a 50 metros de Constancia discurre la calle Canillas, donde Millás ambientó su novela planetaria Mi mundo) recogieron una realidad en blanco y negro de chapas y dreas.

        El premio no es para mí. Se lo merecen, de largo, estas sombras que habitan mi memoria.
        Texto íntegro en la sección Tantocuantología.