domingo, 27 de diciembre de 2015

Versos para el adiós


                                                                       De cuanto era mío, queda esto 
                                                                          (Trimetro yámbico. Sepultura romana, s. II)

De todo cuanto fui, apenas quedan
cenizas y memoria.
Se inmolarán al viento las primeras
hasta fundirse en tierra. Sin embargo,
los recuerdos que en otros
habiten sus rincones de nostalgia,
rescatarán del polvo mi existencia.


Más os dejo que aquello que me llevo
(sé que sabréis cuidarlo).
Al fin y al cabo, amigos, soy quien fui.
En vuestro corazón y en vuestros manos
queda mi historia, luego
de que aventéis mañana tanta ausencia.

                 
                  Versos para el adiós, se llamaba el certamen de Funespaña donde me premiaron hace poco este poema. Tomo prestado el título para la despedida del blog. Han sido casi cuatro años de peregrinaje, en medio de una incertidumbre tirando a apátrida. Es la hora del adiós y ya todo está perdido, nadie vendrá a salvarte, resumía Severino Tormes en su poema titulado, precisamente, El adiós. Quizá me encontréis por ahí, en cualquier callejón (obviamente, sin salida). No, no volvía tarde, ahora lo sé. Ocurre, tan solo, que ya no queda sitio alguno a donde ir. 


martes, 27 de octubre de 2015

La mujer de Lot cogiendo un taxi



Vi a la mujer de Lot parar un taxi,
sentarse con alivio,
remover su tristeza y murmurar
las sílabas melladas de un destino,
parecía una simple
turista con su mapa en el recuerdo,
tenía gafas de sol,
el cuello dislocado,
                                y la amargura
de quien sabe perdido el paraíso
sin descifrar el mal
que esconde un simple escorzo de nostalgia.


La vi alejarse, el coche
se fundió en una esquina, con su imagen
exiliada sobre el poliuretano
del asiento trasero,
esa mirada, siempre esa mirada
de futuro en sazón, esa mirada
donde reconocer
cada una de las calles, todos esos
rincones luminosos
que aún guardaba en la memoria insomne
de un ayer sin sal ni condenados.

Giró el taxi al final de la avenida,
perdí entonces el rastro
de la mujer que un día tuvo nombre
(Edith, o acaso el nuestro)
y movía con gracia su cintura
antes de aquella rigidez severa,
esa mujer que siempre
quiso mirar,
                     quiso mirar
                                          y ver…


Nunca más supe de ella,  aunque imagino
su figura furtiva
presa en el arrabal de una certeza,
ahora que Lot no estaba, y la ceniza
cubría de silencio
todos los callejones de esta vida
-tan parecida a aquella, y tan distinta-,
ahora que Lot no estaba,
                                         ella intuía
la crueldad extrema de ese dios:
restituir sus ojos
para grabar en ellos la sentencia,
hacerla otra vez tierra,
devolverle la sangre y los recuerdos
cuando a su alrededor  todo era estatua.  
    

                                  Premio Certamen Poeta de Cabra. Madrid, octubre 2015




miércoles, 30 de septiembre de 2015

Ejercicio para repetidores


Primer problema, si un tren parte
desde tu corazón en descampado
a la estación festiva
donde nadie lo espera,
                                     si circula
por los raíles de la desesperanza,
y, en sentido contrario,
amanece sobre los prados yertos
donde abreva el futuro,
                                      ¿cuándo,
dónde,
            para qué
se cruzará el temblor de lo imposible
con la invasora soledad sin frenos?

¿Cuál es el resultado de la nada
lanzada entre quimeras
a doscientos kilómetros por sueño?

Por cierto, está prohibido
copiar respuestas de la vida misma


    Texto incluido en el poemario El sueño esquivo de las isobaras,  Ediciones Cardeñoso, Vigo.  Septiembre 2015

lunes, 27 de julio de 2015

Reflexiones de arco gótico, premio en Cortegana


                                            A Guadalupe y Manuel, en su feliz tiempo de fotos

Mujer teñida en sepia. Brilla al fondo
el gótico reflejo de ese arco
que de un guiño a las nubes se hace marco.
A su lado hay un hombre. Muestra el hondo

Foto tomada de la red
desconcierto de quien reta a la vida.
Somos tú y yo, en un tiempo de fotos,
huérfanos de color y sueños rotos.
Todo era entonces como el viaje de ida

con vista a un objetivo. Alguien nos hizo
la imagen gris bajo un cielo plomizo.
La catedral encuadra esa impaciencia

por dejar una huella hacia el futuro.
Cierro el álbum. Visto así, se hace duro
que sobreviva el arte a tanta ausencia.



Premio Castillo de Cortegana, Huelva,  julio 2015. En recuerdo de ambos Manueles: Brito, amable anfitrión, y Romero Higes, literato-editor. Recurro, por una vez, a formas clásicas, como de catedral gótica, No merece menos Cortegana y la entrañable velada que vivimos. Gracias de nuevo, vosotros sois el premio.


martes, 9 de junio de 2015

Las pinzas de la ropa cuando tiendes


SIMPLE MENTIRA PARA ANDAR POR CASA


El tercer verso huyó del poemario,
abandonó el renglón donde habitaba,
inquilino en metáforas arial
con derecho a cocina,
forzó las tapas de rústica dorada
que tanto recordaban la cancela
donde se detenía el desconsuelo,
 

trepó al estante, abandonó el salón
y vagó por pasillos sin vocales,
desorientado como un alma en coma
(en punto y coma, corrigió enseguida),


no seducía a nadie, fuera del poema,
y, sin embargo,
era más puro así, deletreado
tan fuera de contexto,
simple mentira para andar por casa.


Uno de los poemas que (con)forman el texto Las pinzas de la ropa cuando tiendes, Premio Villa de Quintanar, mayo 2015.



martes, 19 de mayo de 2015

Desnivel en tu costado


                               Primera hora-Dibujo

Dibujo las ojeras del amor
sobre el metacrilato                
que protege esos días no vividos,
presiento que me aguarda
un tiempo de caricias
tras esa falsedad de informativos,
despejo mis recuerdos
por las ecuaciones del futuro,

luego pulso la tecla favoritos,
repaso la secuencia
al filo de tu boca
cuando -lo llego
a imaginar- contestas,
acicalo dos sueños
frente a un escaparate
(los que fuimos tú y yo, probablemente       
sin descubrirlo),
                          después de todo
nada hay más perfecto que esos días   
mientras dibujo, esos días

donde vuelves a mí
con tanto desnivel en tu costado,
esos días en aspa
silueteados siempre
por esta incertidumbre
de alguna cita a ciegas con el tiempo.



                         Segunda hora: ortografía

                                                 He aprendido, por fin,
                                                 a contar los peldaños que me llevan
                                                 hacia ese tiempo tenue de las cosas,
                                                 escucho, por ejemplo,
                                                 sonar el móvil y sé que tú me llamas


desde un amor con poca batería,
tropiezo con botellas
a ras de los bordillos,
                                  el olor
de unos cuerpos rescata en mi memoria 
aquel sudor de bocas compartidas,
perfilo una ribera
donde existir se hace contracorriente,
veo un partido con empate a todo
y puedo creer aún



                                               que vivir tiene una ortografía
                                               donde la única regla obligatoria
                                               sea ponerle tilde
                                               a la sílaba impar de tu sonrisa.


               Premio Pluma de Oro, Alcorcón. Mayo 2015




martes, 28 de abril de 2015

Sacar los sueños de tu vecindad



Esperar-te, sentir cómo se enciende
la luz del descansillo
cuando vienes, descubrir
esos zapatos de los tenderetes
que alejan a zancadas los recuerdos,
no comprar nada en el quiosco
de los deshabitados
(bueno, en todo caso, un coleccionable
sobre esencias de amor y cava frío),
mirarte a los ojos sin saber
que estoy en ellos…
                              

                                  He de aprender
tantas lecciones fuera de los libros,
mañana empezaré, me lo he propuesto
con esa voluntad de los farsantes
que me ocupa.
                        Pero luego has llamado
a la puerta, y me has pedido
algo de pan rallado. Está visto,
para huir de mí mismo necesito
sacar los sueños de tu vecindad,
y eso es difícil, estando de inquilino.
Mejor lo dejaré para otro día,
olvida el pan rallado y entra.


        Del poemario Toda esa semántica de las emociones, ganador del Premio José Rguez. Dumont. Órgiva, Abril 2015

martes, 7 de abril de 2015

De cuando terminan los partidos



                                                                                        Y el verbo amar en tiempo de desconjugación
                                                                                                                         (Ángel García López)

              Mañana volverás a recordar todo lo que me quieres. Lo murmurarás, coincidiendo con el pase de Iniesta o la tarjeta amarilla a Sergio Ramos, imagino. Porque mañana hay partido, no lo olvides. Dirás -muy bajito, eso sí- que me quieres y, mucho más alto, que no entiendes como Villar puede ser tan imbécil. Bueno, imbécil también soy yo, por creer que puedas olvidar el clásico de mañana, si llevo veintisiete años compartiendo tu felicidad de tardes muertas y noventa minutos más descuento.

                 Mañana volverás a gritar que soy injusta, como todas las mujeres. Luego, gritarás que fue penalti, mientras estiras ese dedo acusador que me conozco, ya ves, falange a falange. Esta vez, el destinatario de tu índice no seré yo, ya sólo te quedará para enmarcar tu odio ese tipo de negro que aún soportará tus desprecios desde su rectángulo de plasma. Soy injusta, además de inculta futbolísticamente, porque ahora también los árbitros van de amarillo, o de rosa pálido, cómo cambia todo…

                Cómo cambia todo, incluso yo, que no estaré a tu lado cuando Messi sea zancadilleado al borde del área de las desilusiones. Que no estaré planchando tus camisas, yencimaquemepongoyomañana, pensarás mientras cuentan los pasos de la barrera. Que no estaré  planchando, tampoco, esos recuerdos de un tiempo fugado. Ya ves, las soledades se fraguan igual que los goles en campo contrario, la ausencia es un marcador en blanco, y tú sin nada caliente que cenar…

                Mañana volverás a extrañarme, en tu silente desprecio de noches insomnes y radio con auriculares. Te atravesarás en la cama como te atravesaste en mi vida, ocupándola como un derecho, desbordándola como un extremo por la banda. Pero québientesaleelbacalaoalpilpil, ignorabas que las lágrimas del desamor traban mucho mejor la salsa, a esas alturas Cristiano Ronaldo lanzaba un trallazo al poste izquierdo, y resonaba en la madera toda aquella tristeza en bandolera, a las mujeres no hay quién nos entienda. Con lo ocupado que estabas tú trayendo a casa tu jornal de marido ejemplar y tus silencios hoscos en el sofá de orejas.
             

                Mañana volverás a mirar con suficiencia esa foto sobre el aparador. Estarás seguro de que volveré, cómopodríavivirsinmíesazorra, a aceptar esa tangana de codazos y tarjetas rojas. Los moratones en la piel eran lo de menos, acaban por disimularse, y al fin y al cabo son lances del juego, seguro que los centrales leñeros también pegan a sus parejas. Los otros cardenales, ésos que se iban incrustando en la agonía de los días muertos, no estaban hechos para tu vista de pantalla LHD y moviola a cámara lenta. En el fondo, en ese fondo al que habíamos llegado, nos queríamos mucho, más o menos como Xavi y Casillas, abrazados al final del partido.
 
                 Mañana, el final de partido será diferente. Esta vez no habrá prórroga para los imposibles que se fueron deshaciendo como azucarillos en la indiferencia de los años. Ahora quedarán las tertulias porquélastíassiempreestánconlomismo, sobre sistemas tácticos. Somos complicadas, cierto, es mucho más fácil el cuatro-dos-tres-uno y el doble pivote. ¿Sobre qué pivotó nuestro amor mientras se resquebrajaba? Mañana, el final del partido será diferente. No tirarás el mando de nuestro ayer sobre la mesa, entre  restos de patatas fritas y esos cercos resecos de abandono. Esta vez, no habrá prórroga.


                No hay prórroga, pienso en silencio, mientras el aire me orea los sueños y se abre un futuro en la terraza soleada del bar. Es más, no volveré a escuchar el alarido del gol para un amor anulado por el tiempo. Tampoco te volveré a escuchar a ti. A cambio te dejo esta carta que habla, básicamente, de fútbol. O no. Quizá hasta decidas leerla, aunque yo nunca escriba nada importante, ni comparación con los periodistas deportivos. Por cierto, te informo, el televisor ha sufrido un inexplicable accidente. Está para el desecho, igual que nuestro amor. Pero no te preocupes, habrá más clásicos del siglo, al menos para mí. Todo pasará, lo mismo que has pasado tú. Dejando el marcador a cero, y un amargo final en el olvido.


                                                                                     Accésit Roquetas. Abril 2015


martes, 17 de febrero de 2015

El ofrecido enigma de tu pelo




Me gustaría contarte
cómo se inició todo, la estival
ceremonia de un cruce de miradas
bajo el silente tilo,
quisiera revivirte en los dormidos
relojes acunados entre el tiempo,
las sugerentes rutas
que tus dedos trazaban en mi piel,
la mirada al futuro en paralelo,

  
pero no estoy seguro a estas alturas
de recordar tu nombre
ni siquiera la espuma de tus ojos
rompiendo en la escollera del recuerdo,
castaño, quizá fuera castaño
el ofrecido enigma de tu pelo,
puede que hicieran aros tus pendientes
(del color de tus ojos no hay memoria),
y que lanzaras piedras
sobre el arroyo con tu mano izquierda,


puede que fuera así, o tal vez no,
puede que no llegara
siquiera a conocerte, que el amor
fuera una ensoñación  bajo el flequillo
de aquel adolescente
que aún creía en caricias y en regatos,
puede que solo fueras
la balada dulzona en los guateques
donde la soledad se disfrazaba,
el destilado cerco
que nos dejó la huella de los sueños,

  
aunque, si lo prefieres,
podemos quedar luego, a media tarde,
para hablar por el facebook
y recrear la historia,
                                si prometes
teñirte de castaño entre las teclas
yo te hablaré sin prisa
de relojes tumbados, de veranos
donde se condensaban las miradas,
de discos y flequillos,
de un presente surcado en paralelo, 

                                                      
        todo es posible aún si me prometes
                 que editarás un tilo en tu perfil de inicio
                          y colgarás de enlace la espuma de tus ojos.


Primer premio, Tejina (Tenerife).  Agosto 2014




martes, 27 de enero de 2015

Secretos de quirófano, del mundo marino (y de las indemnizaciones)


               Junto a las piedras de la vesícula, le extirparon por error un par de recuerdos nostálgicos y una rebaba de conciencia incrustada en los conductos del ayer. Riesgos de la litotricia, concedió, maquillando con rímel su íntimo alivio. Como es lógico, demandó a médico y clínica. Aprovechó los trece mil euros de indemnización para hacerse una artroscopia del vacío y disfrutar un crucero por los fiordos noruegos.
             Tras una biopsia emocional, la clínica recurrió el veredicto. Al parecer, los recuerdos de la paciente se hallaban tapiados por millares de imágenes televisivas de prime time, y el fleco de conciencia presentaba una necrosis antigua, como de parvulario.
             Aunque prosperó el recurso, la clínica no recuperó el dinero. El barco donde gozaba del crucero naufragó, y los tiburones peregrinos acabaron con la demandada sin salir del albergue. Estaba recién desayunada y, además, los depredadores marinos sienten especial atracción hacia las vísceras huérfanas de sentimiento. 
             Sus hijos (profesionales de la cirugía, el seguro y la biología marina, respectivamente) cobraron seiscientos mil euros de la naviera. Olvidaron pronto el suceso, y nunca admitieron que disfrutar a tope de toda esa riqueza supusiera un conflicto ético. Aunque poco importaba, a esas alturas, con la memoria vesicular de su madre conservada en formol. Lo mismo que su vida.