martes, 28 de abril de 2015

Sacar los sueños de tu vecindad



Esperar-te, sentir cómo se enciende
la luz del descansillo
cuando vienes, descubrir
esos zapatos de los tenderetes
que alejan a zancadas los recuerdos,
no comprar nada en el quiosco
de los deshabitados
(bueno, en todo caso, un coleccionable
sobre esencias de amor y cava frío),
mirarte a los ojos sin saber
que estoy en ellos…
                              

                                  He de aprender
tantas lecciones fuera de los libros,
mañana empezaré, me lo he propuesto
con esa voluntad de los farsantes
que me ocupa.
                        Pero luego has llamado
a la puerta, y me has pedido
algo de pan rallado. Está visto,
para huir de mí mismo necesito
sacar los sueños de tu vecindad,
y eso es difícil, estando de inquilino.
Mejor lo dejaré para otro día,
olvida el pan rallado y entra.


        Del poemario Toda esa semántica de las emociones, ganador del Premio José Rguez. Dumont. Órgiva, Abril 2015

martes, 7 de abril de 2015

De cuando terminan los partidos



                                                                                        Y el verbo amar en tiempo de desconjugación
                                                                                                                         (Ángel García López)

              Mañana volverás a recordar todo lo que me quieres. Lo murmurarás, coincidiendo con el pase de Iniesta o la tarjeta amarilla a Sergio Ramos, imagino. Porque mañana hay partido, no lo olvides. Dirás -muy bajito, eso sí- que me quieres y, mucho más alto, que no entiendes como Villar puede ser tan imbécil. Bueno, imbécil también soy yo, por creer que puedas olvidar el clásico de mañana, si llevo veintisiete años compartiendo tu felicidad de tardes muertas y noventa minutos más descuento.

                 Mañana volverás a gritar que soy injusta, como todas las mujeres. Luego, gritarás que fue penalti, mientras estiras ese dedo acusador que me conozco, ya ves, falange a falange. Esta vez, el destinatario de tu índice no seré yo, ya sólo te quedará para enmarcar tu odio ese tipo de negro que aún soportará tus desprecios desde su rectángulo de plasma. Soy injusta, además de inculta futbolísticamente, porque ahora también los árbitros van de amarillo, o de rosa pálido, cómo cambia todo…

                Cómo cambia todo, incluso yo, que no estaré a tu lado cuando Messi sea zancadilleado al borde del área de las desilusiones. Que no estaré planchando tus camisas, yencimaquemepongoyomañana, pensarás mientras cuentan los pasos de la barrera. Que no estaré  planchando, tampoco, esos recuerdos de un tiempo fugado. Ya ves, las soledades se fraguan igual que los goles en campo contrario, la ausencia es un marcador en blanco, y tú sin nada caliente que cenar…

                Mañana volverás a extrañarme, en tu silente desprecio de noches insomnes y radio con auriculares. Te atravesarás en la cama como te atravesaste en mi vida, ocupándola como un derecho, desbordándola como un extremo por la banda. Pero québientesaleelbacalaoalpilpil, ignorabas que las lágrimas del desamor traban mucho mejor la salsa, a esas alturas Cristiano Ronaldo lanzaba un trallazo al poste izquierdo, y resonaba en la madera toda aquella tristeza en bandolera, a las mujeres no hay quién nos entienda. Con lo ocupado que estabas tú trayendo a casa tu jornal de marido ejemplar y tus silencios hoscos en el sofá de orejas.
             

                Mañana volverás a mirar con suficiencia esa foto sobre el aparador. Estarás seguro de que volveré, cómopodríavivirsinmíesazorra, a aceptar esa tangana de codazos y tarjetas rojas. Los moratones en la piel eran lo de menos, acaban por disimularse, y al fin y al cabo son lances del juego, seguro que los centrales leñeros también pegan a sus parejas. Los otros cardenales, ésos que se iban incrustando en la agonía de los días muertos, no estaban hechos para tu vista de pantalla LHD y moviola a cámara lenta. En el fondo, en ese fondo al que habíamos llegado, nos queríamos mucho, más o menos como Xavi y Casillas, abrazados al final del partido.
 
                 Mañana, el final de partido será diferente. Esta vez no habrá prórroga para los imposibles que se fueron deshaciendo como azucarillos en la indiferencia de los años. Ahora quedarán las tertulias porquélastíassiempreestánconlomismo, sobre sistemas tácticos. Somos complicadas, cierto, es mucho más fácil el cuatro-dos-tres-uno y el doble pivote. ¿Sobre qué pivotó nuestro amor mientras se resquebrajaba? Mañana, el final del partido será diferente. No tirarás el mando de nuestro ayer sobre la mesa, entre  restos de patatas fritas y esos cercos resecos de abandono. Esta vez, no habrá prórroga.


                No hay prórroga, pienso en silencio, mientras el aire me orea los sueños y se abre un futuro en la terraza soleada del bar. Es más, no volveré a escuchar el alarido del gol para un amor anulado por el tiempo. Tampoco te volveré a escuchar a ti. A cambio te dejo esta carta que habla, básicamente, de fútbol. O no. Quizá hasta decidas leerla, aunque yo nunca escriba nada importante, ni comparación con los periodistas deportivos. Por cierto, te informo, el televisor ha sufrido un inexplicable accidente. Está para el desecho, igual que nuestro amor. Pero no te preocupes, habrá más clásicos del siglo, al menos para mí. Todo pasará, lo mismo que has pasado tú. Dejando el marcador a cero, y un amargo final en el olvido.


                                                                                     Accésit Roquetas. Abril 2015