Primera hora-Dibujo
Dibujo las ojeras del amor
sobre el metacrilato
que protege esos días no
vividos,
presiento que me aguarda
un tiempo de caricias
tras esa falsedad de
informativos,
despejo mis recuerdos
por las ecuaciones del
futuro,
repaso la secuencia
al filo de tu boca
cuando -lo llego
a imaginar- contestas,
acicalo dos sueños
frente a un escaparate
(los que fuimos tú y yo,
probablemente
sin descubrirlo),
después de todo
nada hay más perfecto que
esos días
mientras dibujo, esos días
donde vuelves a mí
con tanto desnivel en tu
costado,
esos días en aspa
silueteados siempre
por esta incertidumbre
de alguna cita a ciegas con
el tiempo.
Segunda hora: ortografía
He aprendido, por fin,
a contar los peldaños que me
llevan
hacia ese tiempo tenue de
las cosas,
escucho, por ejemplo,
sonar el móvil y sé que tú
me llamas
tropiezo con botellas
a ras de los bordillos,
el olor
de unos cuerpos rescata en
mi memoria
aquel sudor de bocas compartidas,
perfilo una ribera
donde existir se hace
contracorriente,
veo un partido con empate a
todo
y puedo creer aún
que vivir tiene una
ortografía
donde la única regla
obligatoria
sea ponerle tilde
a la sílaba impar de tu
sonrisa.
Premio Pluma de Oro, Alcorcón. Mayo 2015